En las poblaciones del Altiplano boliviano, los habitantes tienen costumbres ancestrales que vienen desde épocas precolombinas, es así que los rituales y las ofrendas a la madre tierra o pachamama consiste en el sacrificio de animales para prosperidad de lacomunidad y las familias que las habitan.
Según estas costumbres, los yatiris (brujos) son los encargados de realizar estas ofrendas y de escuchar sus protectores los cerros y montañas. En el acervo andino los cerros tienen vida propia y creen que son los máximos protectores porque retienen energía divina del díos sol.
Antiguamente, se realizaban los rituales en las cúspides de los cerros, sacrificando animales y bailando con tarcas para pedir no ser afectados por la naturaleza. Al salir el sol se ofrendaban khoas que consistía en la quema de animalitos y objetos que representaban a la comunidad. Generalmente se subía a los cerros con una llama y un cordero negro, en la creencia de ofrendar sangre viva al Dios sol.
La ofrenda consistía en el corte yugular de la llama y el cordero para recibir la sangre en una vasija y posteriormente echar poco a poco juntamente con coca haciendo un gesto de sumisión ante los los cuatro puntos cardinales donde se hacía reverencia a los cerros circundantes.
El curaca y la mama Thalla una vez muertos los animales de la ofrenda hacían coser la carne sin sal, tarea encargada a compartir con las divinidades y ser bendecidos por ellas.
Según una inventariación de saberes ancestrales que hacen mención a los rituales, los mismos son relacionados a ser protegidos por divinidades como el sol y la pachamama, entre ellas para cada etapa de la producción agrícola, existen variados rituales que se inician desde la siembra, la floración , la cosecha y también relacionada a los fenómenos naturales como la falta de lluvia, la crecida de los ríos, las heladas y los vientos, que son representadas por formas rituales propio del conocimiento y saber ancestral por la cual su cultura y sus creencias son realizadas por generaciones.
El paso del tiempo, también representa para la población del altiplano, ciertos cambios de conducta y creencia que seguramente en un futuro cercano los rituales serán parte de la historia del hombre andino.